lunes, 25 de diciembre de 2006

El paracaídas



"Nací a los 33 años, la edad en que murió Cristo" así comienza Altazor o El viaje en paracaídas. Y la película de El Odio, comienza diciendo "Esta es la historia de un hombre que cae de un edificio, cae un piso, cae dos pisos y piensa 'hasta aquí todo bien' pero lo malo no es la caída, sino el aterrizaje". 

Es una locura, tomar la vida en tus manos es una locura, el mundo es una locura y sus miles de voces persuasivas son enloquecedoras. Perdimos piso. 

¿Quién entre nosotros hace algo legítimo? ¿Quién fue la última persona que hizo algo legítimo? ¿Cuándo fue? ¿Cuándo perdimos piso?
He soñado con tener un hijo, ése es, creo yo, o era, un acto legítimo como hombre. El mundo y mi maldita conciencia me niegan ahora ese derecho. Pero mi conciencia no es más que otra de esas miles de voces, ¿conciencia de qué? ¿Qué sé yo? Sé más cosas de las que puedes imaginar.

Aquí me tienen, tratando de ser legítimo, como la rana que toda su vida luchó por ser auténtica, y como rana auténtica entregó sus ancas en un suculento platillo sólo para escuchar con tristeza cómo, quien las comía, decía que qué rica rana, que sabía a pollo. O el perro que se afanaba por ser hombre; tras años de práctica, caminaba de forma suficientemente digna sobre sus patas traseras, pero en las noches de luna llena, se podía escuchar su aullido lleno de dolor y de nostalgia. Yo nunca quise ser bombero ni astronauta, pero ciertamente tampoco soñaba con ser traductor. Cuando digo que soy músico, hablo de lo que queda de un sueño, de las ruinas de un sueño, y mi música suena al aullido nostálgico del perro.

"Hay tres opciones", me dijo Alonso, "dejar que la vida pase como venga, encontrarle un sentido, o darse un tiro". No puedo estar sentado; sé que la búsqueda es inútil, porque no he podido caer en mi propio engaño; ¿qué me detiene? ¿Dónde está mi impulso suicida? Nada, nada me detuvo, voy descendiendo en vertiginosa caída, golpeando las rocas con mi cuerpo, tiñendo las rocas con mi sangre.

"Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo."

¿Quién entre nosotros no va en descenso? Y afirmo que soy feliz, convencido de ello, y afirmo que perdí la fe, convencido también, cuando afirmar que soy feliz es el mayor acto de fe del que he sido testigo. Aunque me obligo a encontrar milagrosas pruebas de mi felicidad: la tranquila respiración de Talia mientras duerme, a quien abrazaré al terminar de escribir esto como náufrago aferrado a un madero; las sonrisas de mis padres; la admiración que me muestra mi hermano; el amor puro que me profesan mis amigos; la vida que no se ensaña conmigo, por más que yo le insista y le ofrezca la oportunidad.

"Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
¿Qué esperas?
Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable."

-Altazor, de Vicente Huidobro.

martes, 7 de noviembre de 2006

Carta a mis amigos en un momento de mi vida en el que no podía caer más bajo.





Dice la rola de Molotov: "De ir en la vida en la pura subida, ahora en picada y de pura bajada. Quien piense que no llueve sobre mojado, aliviáname, ñor, que aquí truena sobre empapado."

Si he de ubicar el momento preciso, diría que fue aquél en que me despertó Petra, tanto la odié que tuve que ponerle nombre, en realidad no fue ella quien me despertó sino el dolor que me provocaba en el riñón. De ahí para acá vinieron la pérdida de mi carro para pagar lo que me costó sacar a Petra de mi vida, y una serie de decisiones atrevidas de las que no me arrepiento pero pienso arrepentirme algún día: dejé chamba y grupo de rock, y abrí tienda; ya saben los detalles. Y la rola sigue: "Duermo en el lodo, antes tenía una cama, tenía edredón, ahora tapa de caja...". Se me ocurrió inventar un dicho que, si antes nadie lo ha dicho, diga: "Toda montaña comienza siendo cuesta", pues ya casi es marzo y la cuesta de enero se está convirtiendo en montaña. Tuve que dejar mi departamento y regresar a casa de mis papás; me siento como en casa pero ya me quiero ir. El carro, que ya no es mío pero lo traigo yo, fue visitado por uno de esos a quienes llaman cristaleros, que se dio a la tarea de romper un cristal, tomar estéreo, carpetas como con 3 mil pesos en discos, caja de herramientas, gato y extintor para llevárselos quién sabe a dónde, lo malo es que cuando yo llegué ya se había ido y no le pude preguntar. Tres semanas después regresó por los espejos laterales que se le habían olvidado, pero igual llevaba prisa y ni saludó ni se despidió, vamos, ni cuenta me di de que había venido. El disco de Molotov iba en las dichosas carpetas pero recuerdo bien que la rola sigue diciendo: "...estaba usando a mi perro de almohada y me topé unas tortillas y no queda perro nada." La Cañitas se zampó un par de veces los cables de la bomba de agua, la manguera de plástico, un gancho de ropa, y ayer, el cable de Cablevisión. Mis papás ya andan calculando cuántos kilos de tortillas se irán a necesitar, cumplo años en un mes, y no me hagan mucho caso pero creo que la perra ya está en engorda. Espero poder irme y llevármela de aquí antes, pero como van las cosas quizá para entonces también a mí se me antojen unos tacos.

Coro:

"No comeremos mañana ni hoy, honey, nos comeremos aquí entre los dos, nena".(Se repite)

Las cosas con Talia van bien aunque nuestra intimidad se ha visto mermada; he buscado algunas soluciones: "Con las proteínas de una caguama logré levantarme para pedir chamba..." y fui con la cola entre las patas a PCTV a ver si tenían trabajo para este pobre hombre, y no, no tuvieron: "Quizá en marzo", dijeron, pero yo escuché, "No mames, después de que te fuiste como la chacha y nos dejaste colgadas con un programa, ¿vienes a pedir trabajo?" Yo fingí no escuchar lo que escuché y en marzo me hago el aparecido de nuevo. La rola se acerca a su fin: "...salí a la calle a ver quién me aliviana y aquí estoy de rebote gracias a un cerdo con su macana”. El cerdo no tenía macana sino un balde con agua puerca, un trapeador y un borrachazo que le hinchaba la cara, pero esto es historia larga y en otra ocasión les platicaré sobre “la visita a la vecindad de Germaín” (léase esto último con voz tétrica y profunda).

“Six months now sin comida ni chamba...”. Han pasado más de 8 meses desde que Petra se presentó en mi vida y se acerca el noveno mes, mes de parto. No me importa que sea doloroso mientras que el recién nacido traiga baúl y torta para él y para mí.
Esta rola es la que más me gusta del disco. Al principio me prendía mucho, pero ahora me emociona a tal grado que al escucharla me dan ganas de llorar: “...vendí tanto mi alma que no vale nada, quisiera rentarla pero ya no aguanta así que echan paja, bajan, Tito el roto ya no la levanta”.

Coro.