martes, 8 de marzo de 2016

Te amo




Te amo.

Qué molesto era que la llave quedara atascada en la chapa. La lucha sacudía la puerta y marco y el departamento; no había maña que valiera, giros, sacudidas, jalones; a veces cedía de inmediato, a veces pensaba que ya no saldría. El humo de cigarro la besaba, la televisión la saludaba y Luis le repetía desde dentro, sin la mínima intención de venir a ayudarla: “que ya te he dicho que levantes la llave, la gires sólo un poco a la izquierda y sale”.

- El día que cambies la chapa –respondió ella alguna vez- me voy de la casa. -Ahora que me paguen la cambio-, dijo Luis.

Tomó asiento junto a Luis, se descalzó y subió los pies a la mesa, Luis seguía diciendo que eran lo que más le gustaba de ella; pero no volteó a verlos, hace mucho que nos los miraba, seguramente no notaba aún lo mucho que habían cambiado. Luis levantó el control remoto y cambió al canal donde estaba el programa que a ella le gustaba ver antes de dormir.


Yo también te amo.

Qué molesto era que la llave quedara atascada en la chapa; Helena entablaba una lucha con la puerta que a veces parecía interminable. Él la dejaba luchar, y sin ninguna intención de levantarse a ayudarla, prendía otro cigarrillo. Subía el volumen porque con el ruido del forcejeo no podía escuchar su programa favorito.

-Que ya te he dicho que levantes la llave, la gires sólo un poco a la izquierda y sale.

Alguna vez Helena le respondió que el día que cambiara la chapa se iría de la casa; a él no le quedó muy claro si quería o no que la cambiara.

-Ahora que me paguen la cambio.

Helena tomó asiento junto a él y subió a la mesa sus pies que tanto le gustaban. Helena querría ver su programa favorito así que él levantó el control remoto y cambió de canal.

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